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jueves, 24 de noviembre de 2016

LOS FANTASMAS DEL VUELO 401



Este relato comienza con un luctuoso hecho que paralizó a los Estados Unidos y gran parte del mundo, quizá porque faltaban apenas dos días para una festividad cara a todos como es el año nuevo. Es que el 29 de diciembre de 1972, aquel fatídico vuelo 401 de Eastern Airlines, que se dirigía desde la ciudad de Nueva York a la ciudad de Miami, se precipitó a tierrra abrúptamente en la región de los pantanos de Evergladesen el estado de Florida, muy cerca de su destino final.

El fatal accidente, que hasta aquella fecha representaba la peor tragedia aérea civil en la historia dela aviación civil estadounidense, se habría producido debido a que la tripulación a cargo de la aeronave no se llegó a percatar de que se había desactivado el piloto automático. Fue por eso que el avión comenzó a perder gradualmente altitud, hasta estrellarse. De las 176 personas que viajaban, entre pasajeros y tripulantes, un elevado número, 75 pudieron sobrevivir al impacto del aparato contra la zona pantanosa (aunque dos de ellos, gravemente heridos, morirían poco tiempo después) mientras que 101 murieron en el acto a consecuencia del choque.

Entre los fallecidos se encontraban el comandante del vuelo Robert Loft, el primer oficial Bert Stockstill, y el ingeniero de vuelo Donald Repo, segundo oficial. Según el relarto de sus colegas y compañeros de la compañía, los hombres eran muy profesionales y responsables, considerándolos muchos como una garantía de seguridad en sus vuelos. Por eso mismo, todos los consultados consideraron en su momento que debió ser extremadamente doloroso para ellos haber advertido en ese último momento antes del impacto, cuando se debieron percatarde la gravedad del error que habían cometido, si es que llegaron a darse cuenta. Es que, luego de las pericias realizadas, y de lo que venían informando a la torre de control, como defensa del mando de la aeronave hay que explicar que les había surgido un serio e imprevisto inconveniente en el tren de aterrizaje. Con este atenuante, los especialistas en catástrofes aéreas consideraron que ese problema habría comprometido el vuelo dado que tenía a la tripulación completamente ocupada, ya que su solución era urgente, e hizo que no notaran el problema del piloto automático, aunque un indicador con luz destellante y una alarma les debería haber sonado. ¿O tampoco eso funcionó?

La tragedia y el después.


Como el avión fue perdiendo altura paulatinamente, si bien el impacto fue violento, una gran parte del pasaje pudo sobrevivir a semejante golpe. Así, inmediatamente funcionaron los sistemas de seguridad, bomberos y rescatistas que lograron apagar algunas llamas, mientras se producía el rescate de todos aquellos que habían sobrevivido a la caída, y luego se abocaron a recuperar los cuerpos de los desafortunados fallecidos.

Así, mientras se realizaban las pericias, la aerolínea comenzó a recoger los restos de la aeronave que habrían salido intactos del accidente, con la intención de utilizarlos en otros vuelos de la empresa. Algo que no sucedería hoy, dado que los estándares para efectuar ese tipo investigaciones son mucho más rígidos que en aquel 1972 que se estaba yendo. Por eso, el tema de las piezas intactas para ser reutilizadas tenían que ver con una cuestión meramente de protocolo. Nadie, por entonces, se les ocurrió pensar qué podría suceder y que otra atención tendría, a no ser por eventos extraños que comenzarían a suceder poco después… justamente en otros vuelos de la misma aerolínea.



Apariciones fantasmales.


Lo cierto es que, el hecho con el correr de los días comenzó a perder fuerza en los noticieros y en las portadas de los diarios, y la compañía continuó como casi siempre sucede con estas empresas de aerolíneas, volando por todas partes.

Todo, hasta que comenzaron a suceder extrañas apariciones en algunos vuelos de la Eastern. No eran del todo evidentes, y ocurrían de manera tan cotidiana que pasó algún tiempo antes de que los miembros que diariamente trabajaban como tripulación de la aerolínea comenzaran a notar que algo “raro” sucediendo.

Sucedía que en varios vuelos, generalmente en conexiones que no iban con la capacidad total ocupada, en algunos asisntos vacíos aparecían “pasajeros” como cualquier otro, que sencillamente aparecían sentados, aunque ese sitio no estaba vendido. O bien surgían caminando el angosto pasillo en los momentos adecuados.

Así, las tripulaciones comenzaron a expresar lo que venían. Siss Patterson, una de las azafatas, afirmó que en una oportunidad se encontró frente a un hombre que no estaba identificado y le solicitó su ticket de abordo (en el que aparecía el número de asiento que le había sido asignado). El hombre, tras un breve periodo de confusión, se levantó y desapareció, causando gran impresión en la azafata. Lo peor de todo es que Siss pudo luego llegar a identificarlo como Robert Loft, el fallecido comendante del vuelo 401.

Otros tripulantes aseguraron haber visto desconocidas azafatas caminando rumbo al final del pasillo, cuando ninguna de las que estaban activas en ese vuelo se encontraban en ese lugar. Cuando fueron a comprobar quién era, no había nadie en ese sector.

Más misterio.


En la compañía, además de la pesada carga de una aer
onave caída, con todo lo que ello conlleva, los desorientaba que no solamente se trataban de casos de extrañas apariciones en vuelo. Semanas después del accidente un hombre se acercó a algunos miembros de la tripulación para advertirles de un posible problema con el vuelo. Lo más increíble fue que, al ir a comprobar si esa falla era posible, efectivamente detectaron un desperfecto que pudo ser subsanado antes de la partida.

En otra oportunidad, un asistente de vuelo fue testigo de cómo un hombre no identificado se acercaba a una aeronave con un equipo de reparación y comenzaba algunos trabajos en uno de los motores. No sería hasta el final del vuelo que se encontrarían algunas groseras reparaciones que impidieron que un error no previsto causara otra catástrofe.

Faye Merryweather, otro asistente de vuelo, fue testigo de cómo un rostro se materializó en un sector de la aeronave Tri-Star 318. Tras llamar a un par de superiores, sus acompañantes reconocieron el rostro de Donald Repo, que en una voz tenue les advirtió “cuidado con el fuego en esta aeronave”. El asunto llevó a una revisión mecánica profunda que reveló serios inconvenientes con el motor, debido a lo que el vuelo decidió cancelarse para ser debidamente reparado. Se ataron cabos... Fue luego de esa increíble y a la vez impactante aparición cuando se comenzó a hacer la asociación: los sitios en los que apareció Repo eran los mismos que habían sido “rescatados” del accidente. Algunos miembros de la empresa comenzaron a hacer las cuentas… y todo parecía encajar a la perfeccción: Los fantasmas de los dos hombres aparecían allí donde habían sido reciclados objetos de su vieja aeronave. Las apariciones no era algo que le conviniera a los directivos de la empresa, pero como continuaron por algún tiempo más, por cierto llegaron a amenazar con el despido a los empleados que insistieran demasiado en el tema. Pese a que los reportes eran fiables y los presentaban empleados muy buenos, el asunto terminó por esconderse y, de alguna manera, demonizarse. Aún así, esto hizo pensar que las directivas de los ejecutivos de la empresa no tenían por qué estar tan prevenidas. El propósito de los dos fantasmas (en particular de Repo, que era ingeniero de vuelo) parecen haber sido ante todo garantizar la seguridad de los vuelos y evitar que una tragedia como la que ellos habían padecido, se repitiera. Quizá por eso mismo, luego de evitar algunas otros potenciales y riesgosos incidentes, de buenas a primera desaparecieron, al mismo tiempo que aquellos elementos reciclados fueron dados de baja. Probablemente, para muchos, tanto los fantasmales comandantes como la azafata habían logrado cumplir parte de su propósito, después de sus fatales pérdidas, con aquello que no pudieron lograr mientras estuvieron con vida.


fragmento de un artículo
del diario la crónica